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miércoles, 23 de junio de 2010

Horrendo empate de Australia

Australia empata con Holanda en un pésimo partido y se clasifica de carambola para octavos. Los rivales de grupo juegan el mejor partido del Mundial y se eliminan al igualar 3 a 3. Brasil, el próximo rival.
 Jugadores de Australia y de Holanda se saludan antes del inicio del partido.

(Rodolfo Frascara. ENVIADO ESPECIAL). Hay una buena y una mala noticia. La buena noticia es que Australia consiguió clasificar para octavos de final a pesar de su empate. La mala, que jugó un partido horrendo. 
John Whiscoigne armó un equipo para no dejar jugar a Holanda, para perder tiempo y cortar el partido. Y lo consiguió. Sólo se olvidó de que ganando se ahorraba el sufrimiento que supone depender de otros resultados. Pero aguantó el cero a cero y clasificó de milagro.
El partido empezó según lo previsto: los Farriss se pegaron a los naranjas y les tironearon levemente la camiseta, los pantalones, o les mentaron a sus madres y hermanas por lo bajo. Los suplentes holandeses, entre tanto, intentaron impresionar a su entrenador para hacerse un hueco en el primer equipo, y jugaron ligeramente descentrados, con excesiva tendencia a la maniobra personal, al adorno, al lujo. Más pendientes de las cámaras y del lobby mediático que de las instrucciones que venían desde la banda.
Kidman se la pasó en el suelo. Cada pelotazo sin sentido arrojado por los zagueros australianos era media falta a favor de los Socceroos. Pero siempre muy lejos del arco. En una de esas jugadas intrascendentes, Colin Hay no pudo con su genio y se hizo amonestar tontamente al discutir con el árbitro un offside de Kidman, que estaba cuatro metros adelantado. El mediocentro se pierde el partido de octavos por acumulación de tarjetas.

Harry Vanda intercepta a Roy Batty en un lance del encuentro.

Holanda, casi
Pese a todo, Holanda tuvo cuatro claras ocasiones de gol. A los veinte minutos del primer tiempo, Peter Garrett tuvo que estirarse cuan largo es para descolgar un misil dirigido al ángulo desde la medialuna. Finalizando la primera parte, Kennedy rechazó en la línea un cabezazo desde el punto de penal a la salida de un córner.
A los quince del segundo tiempo, Kinnear tiró mal el achique y habilitó a Roy Batty, el nueve de los Países Bajos, que eludió a un desesperado Garrett y empujó suave de cara al gol, aunque la pelota se fue a escasos veinte centímetros del palo. Faltando cinco minutos para el silbato final, un indirecto por jugada peligrosa de Young derivó en una serie de rebotes en el área, despejes fallidos, salidas en falso y, por último, un puntinazo anónimo que dio en el travesaño y se fue. El árbitro dio saque de arco.
Sin gol
Australia no llegó ni una vez a la meta rival. Lo más parecido fue un globo que intentó Kidman desde mitad de cancha, queriendo sorprender a un arquero muy adelantado, y que se fue bastante desviado.
Gibson y Jackman entraron por los hermanos Farriss para jugar la última media hora y dar oxígeno al conjunto australiano. Ya en el descuento, Doohan reemplazó a Kidman para hacer tiempo y asegurar el resultado final: cero a cero.
Partidazo
El otro partido de grupo se jugaba en simultáneo. Serbia y Corea del Sur necesitaban imponerse en su encuentro y que Australia no ganara para conseguir la clasificación. Cada uno de los seleccionadores puso toda la carne en el asador. Fue un match intenso, plagado de situaciones, vibrante, quizás uno de los más emotivos del torneo.
Comenzó adelantándose Corea de Sur luego de una gran jugada colectiva acabada en un centro preciso a la cabeza del centrodelantero Park Tsé Tsé. Serbia tardó sólo cinco minutos y tres disparos en empatar el encuentro, con un soberbio tiro libre ejecutado por Nikola Karadzic, el diez del equipo. Dos jugadas después, los serbios se ponían por delante en un contragolpe perpetrado por los dos carrileros, Slobodan Rajovac y Varta Everredic, autor del gol.
El primer tiempo se consumió en un idea y vuelta brillante, donde los guardametas, los centrales in extremis o errores de cálculo milimétricos impidieron que se marcaran más goles.

Se mataron entre ellos: Serbia y Corea del Sur jugaron un partidazo y quedaron afuera.

La carambola
Apenas iniciada la segunda parte, Sinisa Garic amplió ventaja para Serbia tras un saque rápido que tomó por sorpresa a la zaga coreana, todavía acomodándose en el campo, y dejó solo al goleador balcánico para marcar el tercero. Corea del Sur se fue al ataque con todo y Serbia se propuso defender el resultado con uñas y dientes.
A falta de siete minutos para el final, el conjunto asiático consiguió el descuento gracias a otro cabezazo impecable de Tsé Tsé. Con el poderío físico y la convicción que los caracteriza, los surcoreanos siguieron al ataque. Los serbios, con las fuerzas flaqueándoles, aguantaron como pudieron, renunciando a jugar el balón, reventando el cuero a la tribuna sin más contemplaciones.
Pero, ya en el tiempo añadido, un volante coreano se introdujo en el área por la izquierda dispuesto a llegar a la línea de fondo para tirar el centro de la muerte; el defensor serbio Radomir Despuic se arrojó con fuerza para enviar la pelota al córner, pero el cansancio lo traicionó y llegó muy tarde. Penal clarísimo para Corea del Sur. Kim Ion An, la figura de los asiáticos, definió con maestría, engañando por completo al guardameta de Serbia. El empate ya no se movería en los minutos restantes.
Así, de carambola, ayudado por el duelo épico entre los rivales de grupo, Australia consiguió la histórica clasificación a octavos de final, donde se enfrentará al múltiple campeón: Brasil. Los brasileños solventaron su grupo sin brillo pero con solvencia y son eternos candidatos a ganar el Mundial.

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