(Rodolfo Frascara. ENVIADO ESPECIAL). La selección australiana de fútbol llegó esta mañana a la sede de su grupo. El vuelo aterrizó sin problemas en el aeropuerto local y se dirigió al hotel donde comenzarán su concentración sin hacer mucho ruido.
Allí esperaba apenas un puñado de aficionados como todo comité de bienvenida, un grupo heterogéneo compuesto por cuatro australianos emigrados, unos habitantes locales que pasaban por ahí y otros despistados que confundieron Australia con Austria y disimulaban como podían la bandera roja y blanca con el águila bicéfala que había llevado para la ocasión.
El entrenador del equipo, el inglés John Whiscoigne, dio una breve rueda de prensa al entrar en el hotel. Ante la pregunta de cuáles eran las aspiraciones de sus dirigidos en la Copa del Mundo, el seleccionador dijo que los treinta y dos equipos participantes venían a ganar el título, y añadió con su humor británico: “Es bueno venir de tapados.” Después aclaró que para el conjunto que dirige sería un orgullo poder conseguir el pase a octavos en un grupo tan complicado como el que les ha tocado en suerte (con Holanda, Serbia y Corea del Sur).
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