Una producción periodística de Señales de Humo, con la colaboración de Libreta de notas.

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sábado, 10 de julio de 2010

Contracorriente: Justos y pecadores

Según Brian Johnson, así se verán los alrededores del estadio si el domingo llega a ganar la final Australia.

Por Brian Johnson /Redactor jefe del Acca Dacca Journal
Se hizo justicia. Si hubo alguien que jugó peor que Australia en este Mundial, ésa fue la selección de Italia. Porque tenía potencial, a diferencia de los tristes Socceroos que (a excepción de Heath Jackman) no distinguen entre los arcos y la puerta del túnel de vestuarios. Así que es justo y merecido que ese señor llamado Giuseppe Fellini se tenga que conformar con ver la final por televisión.
Lo que no es justo es que la vea desde el banco un señor inglés cuyo nombre ya no me atrevo a enunciar. Cada vez me convenzo más de que no sólo es el Antifútbol. Es el Anticristo. Él y su equipo son la condensación de los siete pecados capitales:
Lujuria: ni falta que hace hablar de la vida licenciosa de este entrenador.
Gula: ¿dónde están los goles de este equipo? Se los han comido a todos.
Avaricia: ¿es que alguien vio un planteamiento táctico más avaro, amarrete, tacaño, miserable, mezquino, rácano, agarrado?
Pereza: basta con ver las pocas ganas que ponen nuestros jugadores en lanzarse al ataque.
Ira: la que provocan estos Socceroos en cualquier entendido del buen fútbol y en los treinta y dos aficionados que siguen yendo, pese a todo, a ver los partidos a la cancha.
Envidia: la que tiene el entrenador de los grandes equipos y de los grandes jugadores. Sólo así se explica que Jackman esté apartado de la alineación titular.
Soberbia: sinónimo de John Whiscoigne.
Alguien dijo alguna vez que el fútbol es un deporte donde juegan once contra once y siempre gana Alemania. Lo recitaré en misa este domingo como una plegaria para que así sea en la final. Amén.

domingo, 4 de julio de 2010

Contracorriente: Estas cosas le hacen mal al fútbol

Por Brian Johnson /Redactor jefe del Acca Dacca Journal
Basta con echar un vistazo a la prensa internacional para descubrir cuán grande es el daño que John Whiscoigne y sus marionetas están haciendo al fútbol. Los cronistas deportivos de todo el planeta ya hablan de la estrategia australiana, una mezcla de antifútbol, catenaccio y orden táctico alemán que no lleva a ninguna parte. En lo que vamos de torneo, dicen los principales medios del globo, Australia no ha marcado aún ni un solo gol más allá de la tandas de penales. “Un equipo que renuncia al gol, renuncia al fútbol y no puede permanecer en un campeonato del mundo”, concluyen expertos de renombre como Günter Netzer, Pelé, Johan Cruyff o el Profe Córdoba.
Y yo digo: ¿Por qué damos esa terrible imagen? ¿Eh? ¿Por qué? El farsante inglés se limita a responder con declaraciones de alto voltaje, con ataques directos a la prensa y negándole la palabra a quienes no pensamos como él.
Australia ya está en semifinales. Este paso sería un verdadero motivo de alegría, sin duda, de no haber sido posible pura y exclusivamente gracias a la suerte y, en ningún momento, al buen juego de los nuestros. Y eso lo vamos a pagar más temprano que tarde. La mentira de Whiscogine tiene fecha de caducidad para el próximo miércoles, contra Italia.

miércoles, 30 de junio de 2010

Contracorriente: Échale la culpa a Río

 La FIFA tiene que introducir el burka en las tribunas: así no hay quien se centre.

Por Brian Johnson /Redactor jefe del Acca Dacca Journal
No se confundan. Lo del otro día no tiene mérito, tiene culpa.
La culpa es de los brasileños, que estaban en otro lado. Quizás en Río, soñando con el carnaval. Si no, no se explica.
Pero la culpa no es de uno, sino de todos. No me vengan ahora a cargar las tintas sobre el pobre Carlinhos dos Santos, un fantasista, uno de esos jugadores que le hacen bien al fútbol. Arriesgó y le salió mal, pero arriesgó.
No como Australia, nuestra Australia, que no arriesga nunca. Tenemos a uno de esos jugadores especiales entre los nuestros y se llama Heath Jackman. Pero fue castigado injustamente por la flema inglesa de un entrenador que juega siempre al filo de la navaja. ¿Cómo es posible que solamente le dé un tiempo, tan sólo cuarenta y cinco minutos, al único Socceroo capaz de amedrentar a la zaga brasileña?
La culpa también es de ese balón nuevo, el Jumanji. No dobla, la pelota no dobla. Y del verano y la torcida con mujeres voluptuosas. Así no hay quien se concentre. Bueno, sí: las marionetas insensibles de John Whiscoigne.
Australia depende de los milagros: de la expulsión de Archivaldo, del ingobernable Jumanji, del travesaño providencial, del penal de Carlinhos, de las garotas que bailan en la tribuna y distraen a los futbolistas… En definitiva, la suerte no dura para siempre. No puede durar para siempre. El próximo rival, Costa de Marfil, firmará los pasaportes de nuestro regreso a casa.

miércoles, 23 de junio de 2010

Contracorriente: Y estarán contentos…

Por Brian Johnson /Redactor jefe del Acca Dacca Journal
Quizás los ciento tres aficionados australianos que aún permanecen aquí para ver el Mundial en vivo y en directo (de los que quedaron, uno se tuvo que volver antes porque tenía que entregar un trabajo en la facultad; en el hemisferio sur estamos en invierno) se encuentren aún festejando la clasificación de los Socceroos para octavos de final. Está bien, tienen que estar contentos. Esto no pasa todos los días.
Pero también deben de estar contentos en la Federación de Fútbol de Australia. Y no deberían. Porque su títere inglés, John Whiscoigne, no ha conseguido el milagro. A menos que el pirata tenga contactos con las fuerzas del más allá, no se le puede adjudicar ningún mérito en esta hazaña. Y no me vengan con eso de que así es el fútbol. Me niego a creerlo. Sólo la brujería pudo provocar el empate entre coreanos y serbios, y sólo una maldición impidió a Holanda agujerear el arco del impresentable Peter Garrett. Por cierto, esa calva le queda horrible al arquero, debería probar con una boina.
A lo que voy: ahora llegó el turno de la verdad. Ahora volveremos a ver las cosas como son, de vuelta en negro. Porque nos toca jugar contra Brasil, y ahí no habrá macumbas que nos salven. El impostor será desenmascarado y veremos al emperador británico desnudo. Como siempre lo estuvo.

sábado, 19 de junio de 2010

Contracorriente: Desobediencia civil

Por Brian Johnson /Redactor jefe del Acca Dacca Journal
El señor John Whiscoigne es un insensible. Australia quería regalar una victoria, o al menos un gol, a la memoria de Carl Williams, el mejor jugador que alguna vez vistió la camiseta amarilla. Pero el desalmado pirata planteó un partido para que Williams se revolviera en su tumba.
¿Acaso el Lord inglés olvidó el objetivo, el goal, de este deporte? ¿A qué juega Whiscoigne? ¿Es que en sus etílicos divagues piensa que se puede ganar un partido sin meter la pelota entre los palos? Lo voy a decir con todas las letras: lo que se vio ante Serbia es, sencillamente, el antifútbol. Este estilo de juego nos lleva en autopista al Infierno.
Sólo Heath Jackman puede continuar con la huella de buen fútbol que inició Williams, y que necesita esta selección de perros de presa sumisos. Pero el amarrete de Whiscogine lo reserva para los últimos quince minutos y lo envía a marcar a los defensores. Así no.
Desde esta página llamo a la desobediencia civil. Los Socceroos tienen que dejar de obedecer los delirios de Whiscoigne y jugar según se lo dicta su instinto predador. Hay que atacar, hay que hacer goles, hay que ganar. Nos queda un partido, sólo un partido. Si no ganamos, nos volvemos a casa.

martes, 15 de junio de 2010

Contracorriente: Así no

Por Brian Johnson /Redactor jefe del Acca Dacca Journal
Lo mejor de Australia en su debut fue la hinchada. Esos ciento veintiún aficionados fieles que se desplazaron al estadio con las banderas amarillas en las manos y la Cruz del Sur en el corazón, para alentar a un conjunto desabrido y sin espíritu comandado por un engreído entrenador.
Sí, lo digo con todas las letras: no me gusta el plantel escogido por el seleccionador, no me gusta su juego aburrido y defensivo, no me gusta su filosofía futbolística sin magia ni brillo (la ausencia de Heath Jackman en el equipo titular es inexplicable), no me gusta la defensa de cuatro en línea, no me gusta la soberbia demostrada tras entrar al Mundial por la ventana; no me gustan los artistas de la simulación y el juego sucio; y, por supuesto, no me gusta el señor John Whiscoigne. Aprovecho para decir que tampoco me gusta la camiseta suplente.
Australia no se merece padecer a un entrenador que no siente los colores, que hace jugar a los australianos como marionetas de metegol, anclados en sus posiciones a merced del alocado brazo de un Whiscoigne que sólo entiende de molinetes. La imagen de los Socceroos ante Corea del Sur fue penosa. ¿Este es el fútbol que va a desplegar Australia en el torneo? Jugando así no vamos a llegar lejos.