Una producción periodística de Señales de Humo, con la colaboración de Libreta de notas.

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domingo, 4 de julio de 2010

Histórico empate de Australia

Australia se metió en semifinales gracias a un empate histórico y, nuevamente, los penales. Por primera vez en el torneo, los Socceroos llevaron peligro al arco rival. La lesión de Dinó Aladrogba condicionó el partido para los marfileños.
Jugadores australianos celebran el pase a semifinales. 
(Rodolfo Frascara. ENVIADO ESPECIAL). Costa de Marfil era un duro rival para Australia en cuartos de final. El conjunto marfileño encaró el partido con sus señas de identidad clásicas: toque, fuerza y pegada. Pero le faltó chispa.
Los australianos, por su parte, mantuvieron la línea de conducta que los llevó hasta ahí: cedieron el control del juego al rival y se dedicaron a esperar para salir de contragolpe. Whiscoigne recuperó para el decisivo encuentro a Colin Hay, que volvió a adueñarse del mediocampo, en un entramado de picapiedras integrado por Lapaglia (finalmente premiado por su inestimable labor frente a Brasil) y los hermanos Farriss. Sin otro juego por las bandas que el tímido avance de Kelly o Kilkenny, el entrenador decidió incluir junto al agotado Doohan al volátil Kidman, esperando que la corpulencia y la torpeza de los centrales africanos, combinadas con la fragilidad de su joven delantero, le proporcionaran numerosas jugadas a balón parado.
La suerte
El azar intervino en el partido a favor de Australia cuando, a los veinte minutos, los marfileños perdieron a su goleador, Dinó Aladrogba, por culpa de un desgarro que se produjo al intentar intentaba acelerar para eludir la marca pegajosa de Colin Hay. Con él, no perdieron sólo a un jugador, perdieron también su referencia en ataque y al cerebro del equipo, a su capitán y líder natural, a un motivador nato y al jugador con más experiencia en la alta competición. Con él, Costa de Marfil perdió el norte.
Australia intentó aprovechar el tiempo que tardaban los marfileños en reacomodarse y golpeó tres veces seguidas. Primero, Lapaglia robó un balón que tocó con Hay, quien abrió para Kelly que a su vez prolongó por la línea hacia arriba, para Kidman; el jovencito, solo y sin marca, encaró hacia el área rival, donde lo esperaban los centrales; intentó eludir a uno de ellos, pero le trabaron bien la pelota y cayó; el balón salió rebotado hacia Doohan, que esperaba un pase en la medialuna del área y que no dudó en soltar un latigazo desviado un metro y medio sobre el travesaño.
La segunda jugada vino a raíz de un pelotazo enviado desde la zaga a Kidman, que fue volteado al borde del área grande; Andy Farriss ejecutó la falta y Kinnear cabeceó hacia abajo, como indica el manual, aunque un poco débil y fácil para el guardameta africano. Finalmente, la tercera jugada de peligro fue la insólita escapada por la banda de Kilkenny, que aprovechó una desinteligencia de los marfileños para ganar la línea de fondo y centrar al área chica; lo acompañaban Kidman, que cayó reclamando (infructuosamente) una falta, y Doohan, que estuvo a punto de empalmar la bola con el empeine zurdo, pero le erró por milímetros.
Pasado el susto, Costa de Marfil volvió a conseguir el control del juego, haciendo circular la pelota de un extremo al otro e intentando aproximarse al área todo lo posible. Su principal arma eran los disparos de media distancia, controlados sin mayores sustos por un Garrett muy atento.
Lento y previsible
Al poco de iniciarse el segundo tiempo, Lapaglia fue amonestado por juego brusco y Whiscoigne decidió que era momento de hacer unos cambios: el descendiente de italianos fue sustituido por Gibson, mientras que Doohan se fue a descansar para dar paso a un intrascendente Jackman. Con Kidman como única referencia en ataque, el juego australiano se volvió más conservador y previsible. Los africanos, por su parte, hicieron algunas variantes puesto-por-puesto que no alteraron demasiado el devenir del encuentro.
La selección marfileña dio más sensación de peligro, pero no llegó a plasmar su dominio en situaciones claras de gol, mientras que el árbitro comenzó a desconfiar de los lamentos de Kidman y dejó de cobrarle falta a favor en cada jugada. El tiempo se extinguió sin que los espectadores se dieran cuenta y se tuvo que llegar nuevamente al alargue.
Los marfileños lamentan el penal fallado.
La definición
Whiscoigne introdujo un cambio, haciendo debutar en el torneo a un defensor de la liga belga, Sam Montgomery, para que formara pareja con Hay e intentara taponar los remates de media distancia de los africanos. La apuesta no sólo dio resultado, sino que también permitió iniciar un par de contragolpes, comandados por Gibson, que llevaron algo de peligro a la zaga de los elefantes. Y así, entre rebotes y balones sucios, se fue muriendo el partido.
Tocaba nuevamente definir desde el punto de penal. Pero esta vez no hubo demasiado suspenso: en el segundo disparo para Costa de Marfil, el central Didier Mbamba le pegó muy fuerte y abajo, y la colgó en la segunda bandeja. Los australianos (Doohan, Kennedy, Hay, Gibson y Kinnear) volvieron a cumplir de manera eficiente y pusieron a los australianos, para sorpresa del mundo, en semifinales.

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